La manifestación de la neuroplasticidad tiene efectos estructurales y funcionales en el cerebro. El cambio estructural o neuroanatómico se ha denominado reserva cerebral (RCb) y las variaciones funcionales de la actividad cerebral como consecuencia de ésta, se denomina reserva cognitiva (RC). Ambas denominaciones corresponden a unidades terminológicas del ámbito neurológico y disciplinas afines. En este caso, la acepción reserva pierde su uso común, de algo que se guarda o almacena, y denota un mecanismo protector a nivel cerebral, que está en permanente uso.
En la aparente diversidad descriptiva se pueden sistematizar cuatro parámetros o focos de énfasis para clasificar la noción de reserva.
Las investigaciones sobre reserva, desde su inicio hasta la fecha, evidencian variaciones en la concepción de reserva cognitiva. Dicha aparente diversidad descriptiva puede ser sistematizada en cuatro parámetros o focos, cuya propuesta se expone en la Tabla 1, donde se agrupan las nociones de acuerdo al énfasis descriptivo.
Un primer grupo corresponde a concepciones basadas en el correlato estructural o neuroanatómico, al cual se propone llamar modelos estructurales. El segundo está formado por propuestas funcionales, que refieren a la RC en términos de cómo funciona el cerebro y qué estrategias alternativas utilizan las personas permitiéndoles rendir a un determinado nivel clínico y cognitivo. Un tercer grupo está formado por las posturas combinadas, que se denominaron mixtas o anátomo-funcionales. Por último, la cuarta clasificación corresponde a las concepciones operativistas, que definen la RC como una medida o índice.
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